Un abogado tiene una teoría sobre por qué el fiscal de distrito se niega a procesar a pandillas asesinas como los Spartans y los Cowboys.
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Parte de Una tradición de violencia, una extensa investigación de más de cinco décadas de abuso, terror y asesinato llevados a cabo por pandillas dentro del departamento del sheriff del condado de Los Ángeles.
Advertencia de contenido: Esta serie detalla explícitamente los actos de violencia (incluido el asesinato) llevados a cabo por funcionarios de ejecución de la ley. Por favor cuídese de sí mismo y vea cómo se siente antes de elegir leer.
Hay por lo menos 24 pandillas dentro del departamento del sheriff del condado de Los Ángeles. Funcionarios de varias agencias gubernamentales, incluida la Junta de Supervisores del Condado de Los Ángeles, el Fiscal de Distrito del Condado de Los Ángeles, el Subcomité Senatorial de Conducta de Oficiales de Policía del Senado de California y la Comisión de Derechos Civiles de los Estados Unidos han escuchado testimonios sobre la violencia infligida a las comunidades a manos de pandillas de agentes. Las pandillas de agentes han asesinado por lo menos a 40 personas, todas ellas hombres de razas oprimidas. Por lo menos 10 de ellos tenían una enfermedad mental. El condado de Los Ángeles mantiene una lista de demandas relacionadas con las pandillas de agentes. Los litigios relacionados con estos casos le han costado al Condado poco más de $100 millones durante los últimos 30 años.
En la sección 186.22 del Código Penal de California, una pandilla criminal se describe como cualquier organización o grupo de tres (3) o más personas que
1. tiene un nombre, símbolo o signo de identificación compartido
2. tiene, como una de sus actividades principales, la comisión de una de una lista larga de delitos en California y
3. cuyos miembros se han involucrado en un "patrón de actividad de pandillas criminales" … solos o colectivamente.
Las pandillas de los sheriffs encajan en la descripción.
A pesar de las peticiones de Knock LA, el departamento del sheriff del condado de Los Ángeles no proporcionó comentarios para la serie.
En 2014, el sheriff Lee Baca renunció después de que su torpe intento de bloquear una investigación del FBI sobre las cárceles resultó en una acusación federal y posteriormente una condena. Fue sustituido por el Sheriff interino Jim Scott, y luego Jim McDonnell asumió el cargo tras unas elecciones. A pesar del traslado, las pandillas de agentes del sheriff siguieron prosperando en el departamento. En el momento en que McDonnell asumió el cargo, el agente Jason Zabala, miembro de la pandilla de los Regulators con base en Century Station en Lynwood, CA, era responsable de la muerte de dos personas. Solo sus acciones les costaron a los contribuyentes del condado de Los Ángeles por lo menos 4 millones de dólares en indemnizaciones. En 2015, también había otra pandilla presente entre los muros de la estación: los Spartans.
El asesinato de Brian Pickett
Las interacciones de Brian Pickett con las fuerzas del orden reflejaban las experiencias de muchas personas de color. La policía lo paraba con frecuencia en su carro y lo interrogaban sin motivo, dice un familiar. A pesar del acoso, tuvo una exitosa carrera futbolística y llegó a jugar en la Universidad de Texas en El Paso. Le encantaba entrenar a niños, especialmente a sus propios hijos pequeños. Su madre, Tammie Ford, cuenta a Knock LA que Pickett empezó a leer a los tres años y ayudó a sus hermanas pequeñas con sus tareas durante toda la infancia. Su novia, Tamai Gilbert, dice que la familia pasaba mucho tiempo con los familiares de Pickett viendo películas, yendo a la playa o en la casa. “Su familia es muy, muy cercana. Y eso no es algo que yo tenía por mi lado”, dice. “Después de un tiempo todos nos hicimos muy amigos y pasábamos el rato juntos todo el tiempo”. Conoció a Pickett en un mercado del barrio que compartían, Compton, poco después de graduarse de la universidad. Aunque al principio era un poco cursi para ella, dice que fue capaz de cautivarla. “Acabamos hablando y formamos una conexión muy rápida”. Gilbert tenía un hijo pequeño cuando se conocieron, y Pickett rápidamente asumió el papel de padre. Ford cuenta que a su hijo le encantaba cocinar y reunía con frecuencia a sus familiares para las comidas en familia. “Incluso cuando me preparé para mudarme a la casa antes de que falleciera, él era el que decía: ‘Mamá, tenemos que conseguir una casa juntos’. Quería mantener a la familia unida”.
La pareja tuvo dos hijos más. Gilbert dice que Pickett estaba muy involucrado en la crianza de los tres. Les leía y les construyó una casa de juegos en el jardín. Fue asesinado por agentes afiliados a los Spartans sólo nueve días después del nacimiento de su tercer hijo. Olu Orange, abogado de la familia Pickett, afirma que los agentes que lo mataron “no respetaban ni apreciaban la vida. Ningún valor por la vida humana”.
El 6 de enero de 2015, los agentes del sheriff Edward Martínez y Ryan Rothrock respondieron a una llamada por disturbios familiares, según un informe del fiscal del distrito. Pickett había estado actuando de manera extraña durante todo el día, y Orange dice que la familia solicitó ayuda para sacar a Pickett de la casa y llevarlo al hospital. Pickett tenía problemas de salud mental y el año anterior había sido internado violentamente y golpeado con una pistola eléctrica por los agentes del sheriff. Cuando llegaron los agentes, estaba en el baño, rapeando para sí mismo. Gilbert dice que Pickett tenía pasión por la música.
“Hablaba mucho de eso, de ser acosado por la policía”, dice. “Y de que no le miraban o no le tomaban en serio por dónde había crecido o por no tener esto y lo otro”. Mientras su madre y su hermana esperaban fuera de la casa, los agentes del sheriff René Barragán, Miguel Ruiz, Edward Martínez y Ryan Rothrock fueron al baño y tiraron a Pickett al suelo. Una vez que Pickett estaba en el suelo, los agentes del sheriff lo golpearon repetidamente. Cuando Pickett quedó inmovilizado por la electricidad que había recorrido su cuerpo, los agentes lo ataron y lo arrastraron hasta la sala. Se le formaron charcos de sangre alrededor de la cabeza, pero los agentes no le prestaron atención médica. “Creo que el agente que lo hizo… sólo quería demostrar que podía ser violento”, afirma Orange. Pickett murió en el suelo delante de su familia. Orange dice que fue reanimado brevemente en el hospital, y volvió a morir.
La familia ha estado luchando en los tribunales desde la muerte de Pickett, haciéndoles mucho daño en el proceso. “Micah tenía nueve días cuando [Pickett] murió, así que teníamos literalmente un par de fotos de ellos. Hablando de posparto, fue profundo”, dice Gilbert. “Todavía tengo todas esas fotos y cosas en casa y ellos las miran y recuerdan. Siempre con la misma mirada: ‘Ojalá estuviera aquí’”, dice Gilbert. “Nunca imaginé que ésta sería mi vida”. Cuenta que no les dijo a sus hijos que su padre había muerto durante casi tres meses. “No les dije nada, y no entendieron muy bien lo del funeral y todo eso. Se preguntaban por qué estaba en esa caja. Pero nunca me senté y les dije: ‘Miren, se ha ido. Ahora no volverán a verle’”.
A medida que sus hijos crecen y se convierten en adolescentes, dice que le preocupa constantemente que sean víctimas del mismo sistema que les arrebató a su padre. “Ya es bastante duro ser negro. Luego ser un hombre negro, y luego ser un hombre negro que no tiene un padre que le proteja, que le enseñe cosas”, dice a Knock LA. “La carga de criarlos, no diría que me está volviendo loca, pero es pesada porque no quiero meter la pata. No quiero fallarles. No quiero verlos caer en estas cosas o ser acosados cuando crezcan y empiecen a verse diferentes. Ya no son niños. Ahora ‘encajan en la descripción.’”
Gilbert trabaja para el condado de Los Ángeles, que defiende a los agentes del sheriff en un caso de derechos civiles por la muerte de Pickett. “Sólo voy a trabajar, hago mi trabajo y me voy a casa. No intento hacer amigos. No intento causar escándalo ni nada por el estilo”, afirma. “Les quité el victimismo, y yo no soy una víctima, no quiero que nadie sienta pena por nosotros”. En un mundo perfecto, dice que los agentes del sheriff que mataron a Pickett tendrían que renunciar a algo como arrepentimiento. “Tendría que faltar también una pieza de ellos, como siempre va a faltar una de nosotros”.
Una relación simbiótica
Apenas cuatro meses después de la muerte de Brian Pickett, unos agentes del sheriff afiliados a los Spartans dispararon a otro hombre en el sur de Los Ángeles. La noche del 10 de abril de 2015, Teshawn Gathier estaba sufriendo un episodio de salud mental, con la impresión de que había gente tras él. Las acciones de los agentes del sheriff esa noche hicieron realidad sus alucinaciones de pesadilla. En un intento de escapar de lo que percibía como algo que lo perseguía, entró a un corralón mientras se cerraba la puerta de seguridad. Su abogado, Eric Valenzuela, dice que Gathier vio un carro con las llaves puestas y se subió. En ese momento, fue visto por un empleado del corralón que pidió al propietario que llamara a la policía. El trabajador utilizó su camión para bloquear la entrada mientras esperaba a que llegaran los agentes del sheriff.
Los agentes Jaime Huerta y Gregory Boling respondieron a una llamada de un posible robo en el corralón, según un informe del Fiscal de Distrito. Le dijeron al empleado que saliera de su carro y cruzara la calle, lo que hizo. Cuando se había ido, los agentes del sheriff dicen que empezaron a ordenar a Gathier que saliera del carro. “Primero [Gathier] choca contra el cerco, pone la marcha atrás y luego intenta ir hacia la entrada. Nunca intentó atropellar a un policía ni nada parecido. Básicamente intenta escapar. Y ninguno de los agentes corría realmente peligro de ser atropellado por él, estaban por un lado”, dice Valenzuela. Mientras Gathier conducía, los agentes dispararon bolas de pimienta contra el carro, rompiendo la ventana. Otros agentes, entre ellos Christopher Valente, Travis Dowdy y Jay Brown, llegaron al lugar y se acercaron al carro.
Valenzuela dice que los agentes del sheriff dispararon otra ronda de bolas de pimienta mientras que el agente del sheriff Jay Brown utilizó una pistola. “Si van a usar pistolas de bolas de pimienta, ¿por qué le disparan con pistolas de verdad? Eso te da una indicación de que al menos algunos de los policías no pensaban que era razonable usar la fuerza letal en ese momento.” Valenzuela dice que el tiroteo no fue un incidente rápido. “Él choca con esta grúa, la pone en reversa, avanza de nuevo, la pone en reversa, hace eso unas dos o tres veces. Eso es lo más rápido que va cuando lo dispararon”. Valenzuela cree que Gathier se negó a salir del carro, lo que enojó a los agentes del sheriff. “Creo que al final se frustraron con él y perdieron la paciencia con él… entonces básicamente le prendieron fuego”. Valenzuela dice que después de que le dispararan a Gathier, los agentes lo sacaron del vehículo y lo golpearon. “Por la gracia de Dios, tiene suerte de haber sobrevivido y no estar en una silla de ruedas ni nada parecido. Sus heridas podrían haber sido mucho, mucho peores”.
Aunque el incidente tuvo lugar en una zona muy vigilada por vídeo, Valenzuela explica a Knock LA que no pudo obtener ninguna grabación del tiroteo. “El propietario del corralón dijo que cuando ocurrió el tiroteo, el condado vino y se llevó el disco duro de las grabaciones de vigilancia. Así que me puse en contacto con el condado y les dije: ‘Oigan, ustedes tienen las imágenes de vigilancia, entréguenlas’”. Una vez que hizo la petición, el condado le dijo que el archivo que contenía el vídeo del incidente estaba dañado y que no habían podido recuperarlo. “Fue la chingadera más grande que he oído en mi vida. Creo que el vídeo demostró, en primer lugar, que el tiroteo fue injustificado. Pero creo que el vídeo también habría mostrado que, después de sacarlo del carro, le dieron una paliza. Como acabamos llegando a un acuerdo, en realidad no luchamos tanto como lo habríamos hecho de no haber llegado a un acuerdo”.
El vídeo no fue el único problema con la versión de los hechos del condado que resultó incoherente. “Las declaraciones de los agentes se contradicen entre sí tantas veces que uno pensaría que harían un mejor trabajo para aclarar la historia antes de ser entrevistados. Empiezan a dar estas versiones autocomplacientes y tienen a sus abogados sindicales que están con ellos para ayudarles, y se les permite consultar con sus abogados”, dice Valenzuela. La carta de derechos de los agentes de la paz (POB, por sus siglas en inglés) garantiza a todos los agentes de la ley un acceso rápido a la información básica de la investigación, quién les interrogará y su nombre, rango y mando. La investigación debe terminar dentro de un año; de lo contrario, el agente no puede ser disciplinado. “Cada vez que un policía le dispara a alguien, el sindicato automáticamente le otorga un abogado. Empiezan a prepararlos. Les permiten ver cualquier grabación de vigilancia o de la cámara corporal antes del interrogatorio. El sistema está diseñado para ayudarlos”.
La decisión de Valenzuela de aceptar un acuerdo para el caso se vio afectada por otros aspectos del sistema que disuaden a la gente de denunciar la violencia que sufren durante las detenciones. “Parte del problema que teníamos con su demanda es que se había declarado culpable de un cargo de resistencia”, dice Valenzuela. En 1994, el tribunal supremo de Estados Unidos resolvió el caso Heck contra Humphrey, estableciendo la doctrina Heck. Según ese caso, las demandas por brutalidad policial quedan excluidas si las alegaciones entran en conflicto con una declaración, determinación de culpabilidad, condena o constatación de hechos realizada por un tribunal anterior. Como Gathier ya se había declarado culpable de un cargo penal anterior, sus alegaciones de uso excesivo de la fuerza podrían verse comprometidas en el caso civil. “Eso forma parte del juego… Cuando la persona sobrevive, que es cuando los fiscales de distrito también son cómplices, los acusan excesivamente. ‘Te vamos a acusar de resistencia. Te vamos a acusar de todo. Pero si te declaras culpable, saldrás de la cárcel en tres días y seguirás con el resto de tu vida’. Si no tienes una buena representación y te van a dejar salir de la cárcel, no estás pensando en una demanda más adelante. Estás pensando en salir de la cárcel porque casi te mueres. Así es cómo son capaces de minimizar la situación cuando tienen este tipo de tiroteo terrible”.
Valenzuela describe la relación entre la oficina del fiscal de distrito y el departamento del sheriff como “simbiótica… Cuando los criminales son acusados por el fiscal de distrito, dependen de la policía para ir a la corte a testificar y escribir su informe. Así que se puede ver por qué los fiscales de distrito son tan indecisos para acusar penalmente a los agentes, incluso cuando matan a personas desarmadas. Recuerde, los sindicatos juegan un papel muy importante en esto. Básicamente les dicen que si van contra nuestra gente, no cuenten con nosotros cuando llegue la hora del juicio y nos necesiten, especialmente en sus casos más importantes y de mayor perfil”. Cree que hasta que no haya un organismo independiente que revise los tiroteos de las fuerzas del orden, no habrá ningún cambio.
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